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Parto en casa sola

Actualizado: 18 abr

A veces los partos son tan rápidos que ocurren en casa, a solas, aunque no fuese ese el plan. Otras, las mujeres escogemos parir en casa. A veces con profesionales sanitarios presentes, a veces sin ellos, sobre estos últimos es este artículo. Me gusta llamar partos autogestionados a estos partos planeados sin asistencia (freebirth o unassisted birth en Inglés).


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Los partos autogestionados son una realidad creciente. Una realidad incómoda para muchos profesionales de la salud. Porque son la prueba de que hay algo que no estamos haciendo bien ¿el qué? Pasarnos interviniendo innecesariamente, ejerciendo violencia obstétrica, tomando decisiones que no nos corresponden.


No hay parto más respetado que aquel en el que no hay nadie presente con la intención de intervenir.


En esta sección hablo de algunos de los motivos que favorecen que estos partos sean más frecuentes cada día, de cómo ha fallado la atención sanitaria al parto, en especial en embarazos etiquetados de alto riesgo. Pero sobre todo, hablo de que parir sola es una opción real, que muchas de nosotras hemos escogido. Y no sólo hemos vuelto del viaje del parto con un hermoso bebé sano en brazos, sino que además hemos vuelto libres, poderosas y orgullosas de nosotras mismas.


 


¿Por qué se escoge parir en casa sola?


Muchas mujeres tenemos claro que queremos parir en casa. Porque es aquí dónde nos sentimos cómodas, porque queremos un parto sin intervenciones, respetado al máximo. Sin embargo, algunos, por no decir muchos, profesionales se llevan el hospital y sus protocolos a los partos en casa que acompañan.


Cuando las mujeres escogemos tener un parto autogestionado, lo hacemos entre otras cosas porque no queremos:


  • Que limiten nuestros tiempos de parto

  • Que en nuestro parto haya intervenciones no justificadas, aunque comúnmente aceptadas, por ejemplo tactos vaginales

  • Palabras que reflejen paternalismo durante el acompañamiento

  • Personas presentes cuya óptica sea desde de la patología

  • Personas que no nos permitan tomar nuestras propias decisiones

  • Personas que no nos den información y apoyo cuando aparecen etiquetas de alto riesgo

 

Simplemente, cada vez más gente sentimos que los profesionales no hacemos falta. Lamentablemente, hemos dejado de confiar en ellos. Pero hemos empezado a confiar en nosotras mismas. Sentimos que:


  • Podemos confiar en nuestro cuerpo y el de nuestro bebé

  • Algo nos impulsa a vivir esta experiencia en intimidad

  • Queremos ser el centro en la toma de decisiones

  • Queremos guiarnos por nuestro conocimiento y nuestra intuición

  • Queremos estar sólo rodeadas de personas que confían plenamente en nuestra capacidad de parir

  • Queremos parir a nuestra manera, sin etiquetas




Lista de reproducción con vídeos de partos autogestionados



¿Es seguro parir en casa sola?


Hace unos años me tomé con este interesantísimo estudio científico sobre partos sin asistencia.

 


Estudio científico sobre parto sin asistencia, freebirth, unassisted birth, parto autogestionado, en USA/EEUU

Las cifras son impresionantes, porque:


  • Hay menos traslados de los que es habitual en los partos en casa

  • Muchísimas menos cesáreas (este también suele ser el caso en los partos en casa)

  • Una mortalidad perinatal comparable a la del hospital (porque, sí, a veces los bebés se mueren y no se podía hacer nada para evitarlo)


Cabe matizar que el número de partos incluidos en el estudio es decente, pero no lo suficientemente grande para sacar conclusiones sobre la ocurrencia de cosas graves. Y también decir que Estados Unidos tiene más mortalidad perinatal que España y muchos otros países donde hay abundancia de recursos.


Pero es que además estos resultados son excepcionales porque comúnmente asumimos que más seguimiento antenatal es mejor, que más monitorización del latido del bebé es mejor, que el parto en casa sólo es seguro para mujeres de bajo riesgo. Y en este estudio:


  • Casi 2/3 no tuvieron seguimiento antenatal

  • 71% no escucharon el latido de su bebé en el parto (que es fácil de hacer una misma)

  • ¡Se incluyen varios gemelares, un montón de nalgas, muchos partos vaginales después una cesárea (PVDC) o más!

  • 100% de éxito en los PVDC


Lamentablemente, es probable que algunas de las mujeres que optaron por esta opción no lo hicieron sólo desde la confianza en sus cuerpos, sino porque ningún profesional cercano tenía los ovarios de acompañarlas y garantizarles que no serían rajadas con bisturí a la primera de cambio.


¿Y nos sorprende que cada día más mujeres escojan parir así? Desde 2018 he tenido el honor de acompañar en la distancia a un número creciente de parejas que escogieron parir en casa solos, pero que me tenían al otro lado del teléfono cuando tenían dudas.

 

Algunas contaron sus partos en nuestros encuentros de familias. Enlazo aquí la lista de reproducción de nuestros relatos de parto publicados, entre los que se encuentran 4 partos autogestionados.




La cultura del miedo al parto


Nunca en la historia de la humanidad el parto ha sido tan seguro. Cada vez hay más herramientas para controlar situaciones graves y, sin embargo, el miedo al parto sigue creciendo en vez de disminuir. La muerte es cada vez menos aceptada, aunque su aparición sea mucho menos frecuente.


El miedo es cultural, como al lobo o a los fantasmas. Es algo irracional que nos habla de dónde ha hecho énfasis nuestra cultura. No significa que eso sea la situación más temible, ni siquiera la más probable, sino una de las más habladas y para la que hemos sido fuertemente condicionados.


El miedo es también una forma de control, una herramienta para guiar a todos por el mismo sendero. A través del miedo y de dificultar el acceso a la información, a muchas personas les resulta imposible creer que es algo que serán capaces de hacer solos.


El/la profesional gana poder, y garantiza su empleo, haciendo de guía en un mar de patología, ciencia y pseudocientifismo intraducible, con énfasis en todo lo que puede ir mal.

Es humano tener miedo, es humano y hermoso buscar apoyo en otros que puedan tener más experiencia. Pero es macabro usar el miedo para hacernos dependientes de un sistema que no quiere explorar qué pasa cuando realmente dejamos al parto fluir sin interrupciones.

 


Reapropiación del poder y la toma de decisiones


Cuando una mujer pare sin ningún representante de la institución médica, no hacen falta palabras para describir dónde reside el poder, la responsabilidad, la toma de decisiones...


Cada vez más profesionales de la "salud" nos damos cuenta de nuestro papel real como acompañantes en el proceso. Nos damos cuenta de que nadie mejor que la mujer sabe lo que es mejor para ella. Nos bajamos del paternalismo y del guiar sus decisiones, para darle espacio a su propia forma de vivir el proceso, dejando por fin de usurpar el trono que les pertenece.


Pero, como en cualquier transición, en cualquier cambio de paradigma, a muchas parejas les resulta difícil asumir la responsabilidad, y a muchos profesionales soltarla.


Vamos allanando el camino, para que el poder encuentre su lugar en el seno de la familia que gesta, pare y cría. Es una iniciación a la avalancha de decisiones que tendrán que tomar en años venideros, a nivel personal y familiar.

 


Eliminando el intervencionismo innecesario


El uso y abuso de intervenciones ha sido la gota que colma el vaso. Las mujeres que confiaron en quienes abanderaban el parto hospitalario y las múltiples intervenciones como los grandes avances de la ciencia, salieron de sus manos rajadas, infantilizadas y maltratadas. Y tras verle las orejas al lobo y experimentar en sus propias carnes la poderosísima transmutación que genera en nosotras la maternidad, ya no les venden gato por liebre.


A los hospitales siguen acudiendo mujeres porque antes de haberlo vivido una no se imagina que se puedan vulnerar de una manera tan sistemática los derechos fundamentales de una persona. Puede haber buenas experiencias en el ámbito alienado del hospital, especialmente cuando las expectativas son bajas, pero es una ruleta rusa. Sólo dentro de esta sociedad patriarcal hay cabida para semejante maltrato en el momento sagrado del nacimiento.


Es genial tener recursos, pero no podemos olvidar que sólo cuando su uso es pertinente, hace la intervención más bien que mal. Nuestra presencia sólo tiene sentido si ayudamos más de lo que interferimos. A todos los profesionales que han levantado bisturí, tijera, cánula y gotero... debemos la explosión de esta revolución de partos autogestionados, que empieza diciendo alto y claro: Ya basta, en mi cuerpo no.



Mucha ciencia y poco tacto


Hoy en día se nos llena la boca hablando de lo que dice la ciencia, y aunque los estudios “bien hechos” existen, son una minoría. Demasiado a menudo se ven limitados por el número de personas incluidas en el estudio, factores condicionantes que no se han tenido en cuenta o que no son encasillables dentro de dos o varias categorías, por ejemplo, la alimentación.


Podemos llegar a algunas certezas en temas ampliamente estudiados, pero quedan abiertas numerosas incógnitas y son demasiadas las cosas que no interesa estudiar.

Es humilde y sincero reconocer lo que uno sabe y lo que no, es prepotente hablar desde el nosotros (nota el masculino) como “comunidad científica” y máxima autoridad del saber sin recalcar las limitaciones de lo estudiado.


La profesionalidad engloba tanto el conocimiento teórico y práctico como la capacidad de empatizar con el otro, de tratarle con respeto, de ser consciente de que esa familia está en un momento muy importante de su vida y las palabras y la actitud con la que nos dirigimos a ellos, importa. Lo académico no es más importante que lo humano, lo uno no es completo sin lo otro.


 

Salirse de los protocolos


El énfasis en el parto en casa sólo para mujeres de bajo riesgo, o a una distancia “x” del hospital, a veces genera que mujeres con algún factor de riesgo sean rechazadas por las matronas que acompañan partos en casa. Sin dar siquiera cabida a la mujer a valorar por sí misma el riesgo y decidir cuál es para ella la mejor opción. El riesgo cero no existe, sólo podemos escoger qué riesgos preferimos asumir.


Es correcto que las matronas rechacemos acompañar partos con los que no nos sentimos seguras. Pero nuestros horizontes deberían ir ampliándose como parte de nuestro crecimiento profesional, en vez de adherirse cada vez con más rigidez a guías clínicas que nunca pueden sustituir a la valoración individual.


Riesgo es sólo riesgo, posibilidades, estadística... números que nos hablan de la incidencia de algo que ocurrió en otro lugar, tiempo, protocolos, circunstancias. Que puede repetirse, multiplicarse o no existir en el aquí y ahora.

 


Los profesionales no hacemos falta


Mucha de la información que aportamos está cada vez más accesible en la web, algo que desde mi punto de vista nos beneficia a todos. Esta información nos permite la autogestión en muchos ámbitos, incluida la salud.


Cuando no interrumpimos el curso natural con intervenciones innecesarias, nuestro cuerpo de mujer coge las riendas y guía la vida de la forma más segura posible.


Estamos hechas para esto. Forma parte de nuestra naturaleza instintiva del mismo modo que estornudar, hacer pis, llegar al orgasmo. No hay nada que tengamos que saber, nada que tengamos que hacer más que dejarnos llevar por esa guía que ya llevamos dentro y a la que hemos perdido el hábito de escuchar.


El parto es un acto de rendición. Nos abrimos para que la vida nos atraviese. Es una iniciación a la maternidad, un renacimiento, de nosotras mismas.

 


Quién tenemos a nuestro lado


Necesitamos a alguien que crea fielmente en nuestra capacidad de parir. Alguien que nos abrace en el momento indicado, que nos susurre palabras de apoyo incondicional, que sepa dejar al río llegar al mar.


Todo lo que sabemos las matronas para gestionar las emergencias puede ser enseñado a las parejas para que tengan recursos extra, no hace falta tener un título, sino el conocimiento, o saber a quién llamar cuando sentimos que algo no fluye.


Compañeros sanitarios, cuanto más se parezca nuestro trabajo al de una máquina, más fácilmente seremos suplantados por una. Nuestro verdadero trabajo es dar apoyo a las familias, independientemente de la opción que escojan para el nacimiento de sus hijos.

 


Escogiendo un parto sola en casa


Para mí parir sin una matrona titulada significaba dejar fuera de mi casa todo el miedo obstétrico que no estaba dentro de mí. Todas las frases hechas, que dichas con la mejor intención, repetían paternalismo y poca conciencia de lo maravilloso y empoderante que era para mí vivir esta experiencia. Fuera lo intenso que fuera, era algo que quería vivir plenamente.


Para mí significaba dejar fuera a la persona que llevaba el reloj, y que allí donde el tiempo no existía dejaran de existir las normas.


Un parto es el resultado de todas las emociones, miedos, intuiciones, tranquilidad, confianza... de todas las personas presentes. Escoge a tu lado a quienes sabes que van a saber estar sin robar tu espacio, sin pretender controlar algo que fluye mejor cuando se sueltan las riendas.


Escoge a quien sabe escoger las palabras adecuadas en los momentos intensos, a quien sabe como te gusta ser acariciada, besada, acompañada... alguien con quien sientas que hagas lo que hagas, está bien, con quien no te avergüences en absoluto de descubrir un aspecto nuevo de ti misma, sexual, intuitivo, fuerte, salvaje.


Cuando ponemos toda la atención hacia afuera, en que nos digan cómo está nuestro bebé y nosotras mismas, en que nos confirmen que el parto avanza, nos guíen o nos animen a confiar y a aceptar lo que está ocurriendo... nos perdemos la posibilidad de poner esa atención hacia adentro.


Cuando la figura de referencia somos nosotras mismas la mirada cambia de ángulo, la intuición y la confianza en la vida se vuelven nuestras herramientas clave. Buscamos seguridad dentro, observando los movimientos de nuestro bebé, que nos recuerda que este viaje lo estamos haciendo juntos. Nos recordamos a nosotras mismas que podemos parir, que todas las mujeres de la humanidad están acompañándonos en este viaje, pariendo juntas a través de nuestro cuerpo.


Luchamos y nos rendimos sin víctimas ni salvadores, encontrando palabras de aliento dentro de nosotras. Que nos recordarán por siempre nuestra fuerza y nuestra valentía, que nos recordarán que cuando la vida nos arrastra es mejor dejar de luchar, rendirse, dejarse atravesar, abrirse, partirse... para que el fruto de nuestras entrañas salga a la luz, y empiece una nueva vida.



Valle, Mayo 2018

Revisado Abril 2024

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