Ritual postparto
El viernes, 15 de noviembre, con la luna menguante, acompañada por Vera, Swargati, Deneb, Maeva, sus hijos, mi madre y mis hijas me bendijeron con una tarde maravillosa, un regalo para toda madre reciente, o no tan reciente, un regalo para todas aquellas que cuidamos y necesitamos que nos cuiden. Os relataré lo mejor posible la experiencia del Ritual Postparto que me hicieron, y digo lo mejor posible porque cuando escribes sobre emociones, sensaciones y sentidos es difícil transmitirlo y que se sienta como yo lo viví.
Espero que este relato anime a otras madres, amigas o parientes a regalar estas experiencias, que ofrece PartEres, vitales para una maternidad gozosa.
Comenzamos con una meditación/relajación, unos primeros minutos de silencio y quietud, para parar la mente y centrarse en el presente, seguimos con un canto de maaaaaaa tan profundo que sentí que al abrir la boca eran sus voces las que salían de mi garganta. Una experiencia profunda, de cueva, de ancestralidad, mi hija, Katya, de 4 meses entonces se quedó dormida plácidamente en mis brazos durante el baño de cantos.
Dejé a mi bebá durmiendo en la cama, me desvestí y me llevaron al salón, allí estaba la piscina de partos con la infusión de hierbas que habíamos preparado mi hija mayor, Jana, y yo la noche antes, cola de caballo, tomillo, piel de mandarina, cáscara de nueces, manzanilla, una infusión del recuerdo de la boda de unos amigos muy especiales… lo que sentimos. Fue de ensueño, un baño de agua bien calentita -a mas de 40 grados-, saliendo vapor, viendo como fuera llovía en una tarde fría de noviembre, todas a mi alrededor, cuidándome, echándome agua, dándome comida o bebida, fue como estar de nuevo de parto, escuchando la misma potente música que escuché durante este segundo parto, pero sin las ráfagas de las contracciones, solo la paz. Al despertar mi bebá, me la trajeron conmigo a la piscina, y también mi hija mayor, y sus amigos, los hijos de Deneb y Maeva. Un baño de alegría junto con 4 niñes y una bebá, un regalo del postparto verlos disfrutar y disfrutar con ellos, como si de repente hubiera parido esos 5 seres de mí, abundancia, felicidad, alegría, entusiasmo, disfrute. Cuando me apeteció salir, mi madre ocupó mi lugar en la piscina, sosteniendo a mi hija pequeña y así yo pude ir de nuevo a la habitación.
Entonces viví el trance más intenso, con el calor interno que llevaba en mí del agua calentita del baño, desnuda, me envolvieron con mantas de lana tejidas por la tatarabuela de mis hijas, me taparon con el edredón y otra manta más. Allí, sentí como mi cuerpo estaba enterrado dentro de la tierra, formando parte de él, enraizada a mis raíces, a mi fuego interno, abrazada por el calor.
Después, vinieron Vera y Swargati para hacerme la tradicional cerrada mexicana, fueron honrando y apretando mi cuerpo desde la cabeza hasta los pies, soltando lo que ya no me sirve y agradeciendo lo que sí.
Por último, Deneb sugirió agradecer todo lo que quisiéramos agradecer como fin del Ritual, y allí nuestros corazones se agradecieron a nosotras y a nuestras ancestras.
Gracias mujeres, gracias a todas, a las que vivís, y a las que ya no, gracias, yo no sería la madre que soy sin vosotras.
Raquel, Diciembre 2019






