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Foto del escritorValle

Nace Micaela, relato de cesárea por nalgas en posterior

Octubre 2015


¿Por qué cuando hablo del parto de Micaela lo hago con cierto tono triste y negativo si no lo viví así? Es como si quisiera quedarme con lo que pudo haber sido y, sin embargo, lo que fue tuvo momentos muy bonitos a pesar de que nuestro camino empezó con un plan de parto en casa y acabó con un parto a través de cesárea con anestesia general.



dar a luz bebé postparto tras cesárea

Recuerdo las primeras contracciones en casa y la ilusión y felicidad que me produjeron, recuerdo que deseaba que viniera la siguiente contracción... "Ya está aquí" pensaba...

Recuerdo que la acogida en urgencias no fue muy buena, pero recuerdo que me sentí muy bien tratada en la sala de partos.

Recuerdo con emoción las palabras del Dr. Adánez cuando me dijo que no me preocupara, que no marchaba de viaje, que se quedaba a atender el parto a pesar de haber finalizado su jornada. De ello dependía en gran parte que Micaela no naciera por cesárea.

Recuerdo la intensidad del dolor y la sensación de no saber dónde estaba su límite. Recuerdo mis gritos y la mano de Diego la cual apretaba con todas mis fuerzas. Recuerdo su mano también quitándome los pendientes y el anillo cuando en el último momento la cesárea fue ya la mejor opción para el bien de Micaela.

 

Y recuerdo las palabras de nuevo del Dr. Adánez explicándome el porqué de la cesárea, y recuerdo apretar su mano... y de nuevo la mano de Diego recogiendo la horquilla que permanecía prendida en mi pelo, en un último gesto antes de entrar en el quirófano. Y recuerdo como me coloqué en la mesa de quirófano sintiendo la última contracción, y la mascarilla de la anestesia... y la angustia al retirarme la sonda nasogástrica, y las palabras de alguien diciendo que había hecho lo que me había dado la gana por la mañana y ahora me tenía que aguantar.

Micaela nació a las 5 de la tarde, y yo no la tuve en mis brazos hasta las 9 de la noche, pero sabía que estaba donde mejor podía estar, en los brazos de su padre. Y esas horas fueron de nuevo una dulce espera, como si el embarazo se hubiera prolongado unas horas más, unas horas más de ilusión...

Y no recuerdo su cara la primera vez que la vi, pero sí el llanto emocionado de Diego al vernos juntas... y recuerdo los ojos de Micaela, esa mirada que me trasmitía a la vez pasado porque me recordaban a alguien, presente porque eran los de ella, y sobre todo, futuro...

Y recuerdo la más grata y emocionante de las visitas en el hospital, la de Valle e Isa.

Este sí fue el parto que yo viví y el que quiero recordar. Este fue el parto de Micaela que dibujó una cara sonriente en mi barriga...

 

 

Luz, Junio 2016




Hoy hace un año.


Un año de emociones intensas, de momentos de felicidad, de alegría, de duda, de encuentros y de muchos desencuentros, de inseguridad, de cambios, de sonrisas y de llanto, de frustración y de impotencia, de libertad, de plenitud, de aprendizaje y de mucho desaprendizaje, de desarrollo, de crecimiento, de satisfacción, de hablar y de callar, de tranquilidad, de trasmitir, de observar, de querer y de odiar, de piel, de caricias, de abrazos, de besos y de algún mordisco, de mamar y de amamantar, de crecer, de sentir, de dejarse llevar, de pedir ayuda, de organizar, de tirar y de recoger, y de volver a tirar, de manchar y de limpiar, y de volver a limpiar, de futuro, de respirar hondo, muy hondo, muy hondo, hasta el fondo...


Y de volver a salir a flote, de aire limpio, de oler, de cerrar los ojos, de imaginar, de respirar, de andar descalzo, de calor, de humedad, de abrigo y de pantalón corto, de ilusión, de esperanza, de fiesta y malabares, de compartir, de más desvelos que veladas, de proteger y de sentirse vulnerable, de silencio...


Hoy, ha pasado un año de vida. Un año de amor.

Luz, Octubre 2016

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