El parto libre, autogestionado, sin asistencia, es aquel que no viene coaccionado ni limitado por protocolos, normas, creencias ni miedos de personas ajenas a la mujer que pare. Ella y su bebé son dos almas en una, comparten todo, cada emoción, cada gota de sangre... Se influencian mutuamente de una forma que escapa a las palabras y, a menudo, habla con la voz de la intuición, sabiendo sin saber por qué.
Libre es aquella persona que bien teniendo sus propios miedos, sus propias dudas, sus propias influencias externas... Hace acopio de toda su experiencia y decide por sí misma su propio camino a seguir. A veces, sintiendo que el camino de la mayoría es también el propio. A veces abriendo nuevas sendas en zonas inexploradas. Y es que, por mucho que otras personas hayan vivido una experiencia similar, nunca va a ser la propia, con sus matices únicos a irrepetibles.
El parto en libertad, como la vida en libertad, es minoritaria en esta sociedad acelerada. Porque, entretejido en las fibras de integrarnos en esta sociedad represiva, muchas hemos perdido la pista de cómo caminar hacia adentro. Hemos perdido la voz que sabe decir no, que sabe expresar lo que quiere. Hemos perdido el oído que escucha la suave voz de la intuición. Pero en el momento en que sabemos lo que hemos perdido, podemos valorar si es lo suficientemente valioso para recuperarlo.
Y ahí empieza el viaje de separar el agua del aceite, de reconocer lo propio de lo ajeno, de mirar nuestros miedos de frente y ver qué pasa. De escuchar cuál es nuestra forma, única, de caminar por nuestra vida.
El embarazo, parto y postparto son un largo rito de pasaje, una oportunidad para revisar quién y cómo somos, de afinar el instrumento o dejarlo chirriar al son de otros en los años venideros. Sólo que, por primera vez, tiene consecuencias. Porque no ser fiel a nosotras mismas mientras estamos criando ayuda a inculcar a nuestros cachorros muchos de los patrones de esta sociedad que nunca hubiéramos deseado transmitir.
Cuando tenemos un parto libre, seguimos arrastrando lo que llevamos con nosotras que nos pone de frente los retos para dar saltos. Pero al menos, no llevamos a nuestro parto los miedos, patrones o protocolos de otros. De otras personas que se creen en el derecho de decidir por nosotras. De otras personas que, engrandecidas por un título, se creen en la obligación de protegernos de nosotras mismas.
Y el hecho es que ninguna de las mujeres que ha decidido tener un parto libre, gestionado por ella misma y su pareja, lo ha hecho desde la irresponsabilidad ni lo ha decidido a la ligera. Tal decisión proviene de un instinto de protección del espacio sagrado del parto, de tener claro que no queremos ser disturbadas, que para transitar este proceso lo más importante es no desviar el río de su curso.
Lista de reproducción de partos autogestionados
El parto libre es el resultado directo de la demostración, durante varias generaciones, de que la medicina sólo ha entorpecido el proceso, descuidando bienestar físico y emocional en pos de sentirse dioses salvando a los bebés que ellos mismos pusieron en peligro. Creyéndose el pensamiento mecanicista de que el cuerpo es una máquina que falla, en vez de un ser vivo capaz de mucho más de lo que a menudo le pedimos. El parto es un proceso salvaje que no puede, ni debe, ser domado.
Pero muchos aún no están preparados para caminar este camino con su propio corazón como guía, y buscan en el afuera, las máquinas y las batas blancas, símbolos de un saber lleno de números y letras. Un saber lleno de conceptos y límites que se interpone como una barrera impidiendo ver, con claridad e inocencia, la realidad aquí y ahora.
Por eso un parto libre no es más fácil para alguien cuyo cerebro ha acumulado notorios conocimientos. Por eso esto no va de ser "la profesional" en tu propio parto, de hacer una formación exprés, sino más bien de escuchar a tu intuición y saber qué es importante que sepas, y en qué necesitas profundizar solamente para alimentar tus miedos con confianza.
Si quieres que te acompañemos en este proceso, sin guiarte, sin frenarte, aportando materiales e información para que lo hagas todo tú, echa un vistazo a nuestros servicios.
Este no es un camino que puede ser caminado por cualquiera, y a la vez cualquiera puede hacerlo. No hay mujer cuyo cuerpo no sepa parir, sólo hay mujeres a quiénes no les dan el tiempo para intentarlo. Pero no puede hacerlo cualquiera porque requiere de una confianza en lo que sabe hacer el cuerpo si no nos interponemos en su camino. Porque requiere que sepamos qué queremos y que estemos dispuestas a rendirnos a la vida, a reescribirnos, a soltar control, a perdernos para reencontrarnos, a partirnos... para renacer madres.
Valle, Febrero 2023
Escrito en Sahara Occidental
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