
Nacimiento de Katya
Me parece increíble ya que tengas 13 meses, parece ayer cuando estaba felizmente embarazada de ti. He escrito este relato en mi mente desde que te parí, pero aún no había sacado el momento de redactarlo, se me han olvidado los versos y párrafos que escribía en mi mente, ya no lo recuerdo todo, el tiempo paso rápido, así que, lo escribiré como lo recuerdo hoy, esta noche de luna llena.
Tu embarazo me enseño tanto. Tanto. Dicen que cuando sufres aprendes más y así es. Antes de ti tuve un aborto, así que eres un bebé arco iris, el miedo a perderte estaba presente, después descubrí que tenía anticuerpos irregulares, etiqueta de embarazo de alto riesgo al canto, temí perderte de nuevo, luego vino la prueba de fuego, intentar escuchar tu latido por primera vez y no conseguirlo. Fueron dos semanas intensas, de miedo a que ya no vivieras en mí y confianza en la vida, hasta que por fin una noche lo oí. Tucutún, tucutún, tucutún… escuche tu corazón, ¡estabas viva! Inmensa alegría recorrió mi cuerpo, aunque el miedo a perderte me acompaño todo el embarazo y hasta hace poco incluso, menos curiosamente durante el parto.
Me desperté una madrugada a las 5 y algo, un jueves 11 de julio de 2019, con una contracción, cambie de postura una y otra vez pero estaba claro que en la cama ya no estaba cómoda asi que para no despertar a tu hermana ni a tu padre decidí ir al sofá. Estaba ilusionadísima, por fin parecía que ibas a nacer, digo parecía porque mi mantra todo el embarazo fue CERO EXPECTATIVAS y estando de 43+1 semanas y 18 días de contracciones “de las majas” esas que solo aparecen de día, te dejan dormir y son indoloras, estaba convencida de que el parto ya nunca iba a comenzar. Asi que por si acaso era una falsa alarma me tumbe en el sofá a intentar dormir, pero allí tampoco estaba agusto. De allí fui a la mecedora, a ver si allí podía dormir, me mecía cuando venía la contracción, pero tampoco conseguía estar cómoda, así que acabe por levantarme. Ya que no podía dormir aproveche para recoger, distendí y doble ropa tenida pensando sobretodo en las fotos y videos que haría Valle, que el escenario estuviera bonito y recogido. En algún momento me quite la ropa, me gusta estar desnuda.
Estaba apoyada en la encimera de la cocina balanceando mis caderas durante una contracción, cuando papá apareció en la cocina, le mire con una sonrisa de oreja a oreja y le dije ¡estoy de parto! él también sonrío, tenía muchas ganas de que nacieras, aviso al trabajo de que por fin estaba de parto y se puso a desayunar. Creo recordar que entre contracción y contracción le conté el día anterior que había sido un día bien intenso, por la mañana, había estado de oyente en el juicio del caso de Oviedo y le relate todo lo que escuche y las burradas que tuve que escuchar por parte de la defensa del hospital, cosas tan absurdas como que una mujer de más de 42 semanas no puede parir en casa en ningún lugar del mundo, a lo cual me encantaba la idea que yo estando de 43 iba a hacerlo felizmente ese día; me encantaría que me leyeras, ginesaurio, y todos esos profesionales que realmente en su ignorancia creen que algo así no es posible, leyeran y supieran de partos en casa más allá de la semana 42. Le seguí relatando mi día de ayer, “después tomamos unas cañas con Toni Brito, Francisca Guillén, Valle y la mujer que denunció el secuestro y la vulneración consiguiente de derechos humanos”, recuerdo a papá bromear con que igual era el juicio lo que necesitaba para parir y que seria al día siguiente, yo me reí y bromee con él si, ojalá, ya no se que mas esperar. Y continué relatándole mi curioso y especial día anterior, tras las cañas, aprovechando que hacía mucho calor y un sol espléndido decidimos ir al playón de Bayas con unas amigas, mi madre y tu hermana, Jana, y fue una decisión genial, estuve sumergida en el mar balanceada por las olas durante lo que para mis fueron horas, sumergida en el mar, allí era liviana como una pluma, ligera, no sentía el peso de la barriga, era bello, sentí como yo flotaba en el agua igual que tu lo hacías dentro de mi. Para rematar el excepcional día, cuando llegamos al aparcamiento de la playa, encontramos un coche que se había quedado atascado en el arena, varias personas fueron en su ayuda incluidas nosotras pero no había forma de que el coche saliese, estaba completamente hundido en al arena y las ruedas suspendidas en el aire. Al cabo de un rato cuando todo parecía haberse intentando y sin solución con unas tablas de madera y empujando ¡el coche salió! todos los que allí estábamos observando y ayudando lo celebramos y vitoreamos aquel logro. Nosotras lo sentimos como un buen augurio de parto ¡si el coche salió de ahí como no iba a parir yo! Bromeábamos entre risas ¡qué bueno es reírse! nos pusimos espontáneamente a bailar y a reír, me hicisteis un circulo al rededor mío y bailasteis dando círculos, tengo ese recuerdo grabado en mi, cierro los ojos y aun veo vuestras sonrisas, a la luz del atardecer, me sentía bendecida, plena, feliz. Como veis el día anterior al parto había sido un día muy especial disfruté mucho entre contracciones contárselo todo a papá.
Sobre las 9 y algo de la mañana escribí en el grupo del ritual de embarazo que el parto había comenzado, hice un breve resumen de la situación y os pedí que encendiérais la vela del ritual que os había regalado. Entonces me “despedí” del teléfono y del reloj y casi del mundo. Hacía sol, caminaba por el salón, hablando con papá, y poniendo posturas raras, recuerdo que el cuerpo me pedía ponerme en cuclillas durante la contracción y abrir mucho las piernas, las caderas. A las 10 y algo Jana se despertó, la abrace, le di los buenos días y le dije que hoy nacerías. Ella y papá se pusieron tranquilamente a hinchar la piscina, yo seguía de un lado para otro poniendo aquellas posturas que el cuerpo me pedía. David en algún momento me dijo si no sería momento de llamar a Valle, yo le dije que no, que aún era pronto, que no había prisa y ademas estaban a tan solo 20 minutos. Recuerdo, que estaba David hablando por teléfono con Valle y decirme quiere que te pongas y responderle, no, no quiero hablar con ellas, es pronto, no gimo y aun hablo durante las contracciones si me preguntas algo, pero no me apetece hablar por teléfono, yo ya me sabia todo el “protocolo” de preguntas y qué signos observar y claro, también sabia las respuestas. Decidieron venir y no me opuse aunque no sentía que las necesitase todavía, pero no quería quedarme sin fotos y me sentía tan tan hermosa que pensé ¡sí, que vengan, estos momentos son dignos de fotografiar!
Serían las 12 y algo cuando llegaron. Coincidió que yo rompí a llorar desconsoladamente, cuando Cris me abrazó, desató el llanto, les dije que estaba bien que no se preocupasen, que estaba bien pero necesitaba llorar, no habían pasado ni tres meses del caso de Oviedo y no había llorado lo suficiente, habitaba rabia en mi interior por lo sucedido y mi parto lo reanimaba, sentía que era tan injusto lo que le habían hecho, que esto que ahora yo vivía a ella no le habían dejado vivirlo, se lo habían robado, y llore, llore por ello. También me dio por cantar, la verdad que fue un parto la mar de divertido a la par que expresivo, espontáneo, creo que todos se rieron y lo pasaron bien. Si en el parto de Jana les había echo llorar en este también pero de alegría. El cuerpo me pedía movimiento y vaya si me movía, agitaba mis caderas, me ponía de puntillas, subía los brazos hacia arriba por la pared, balanceaba mis trenzas que rozaban mis nalgas, me contorsionaba como una serpiente, toda yo era un vaivén, un volcán de energía, me sentía como una diosa. Era una diosa y todas mis ancestras estaban conmigo. La contracción llegaba y la disfrutaba ¡la disfrutaba! cantando y bailando fui dilatando, en mi interior la voz partera me decía parece que progresas adecuadamente, va cogiendo ritmo progresivamente, la voz de madre decía sin expectativas, solo disfruta. Y lo conseguí, baile, cante, cante como una india en una tribu, sonidos indescriptibles saliendo de mi interior, cantos antiguos, gemidos y suspiros, la selección de 100 y pico canciones que había elegido para el parto de Jana y que no había escuchado, porque en esa ocasión no me apeteció, esta vez sí me acompañaba, tararee la banda sonora de Juego de Tronos, de Conan Age of Hyborian, mi grupo favorito Nebelhexe, la banda sonora de la Princesa Prometida, canciones épicas, frikis e importantes para mí. Sentía la magia, lo sagrado, el portal que se abre al parir, os sentía a todas las que vinisteis al regalo que fue el ritual que me hicisteis en el embarazo, vuestras bendiciones, vuestros deseos para nosotras, estaban allí en mi casa, os sentía.
Ya no se que hora era, Jana que estaba por casa acompañándome como una partera mas, ofreciéndome comida, mimos o mamando de mi pecho, a sus 4 años, fue una compañía maravillosa. Estaba muy ilusionada en meterse conmigo en la piscina, cuando el agua estuvo lista nos metimos juntas. Ella jugaba con un cocodrilo dentro del agua, yo me deslizaba de un lado para otro encontrando posturas que me permitieran estar lo más agusto posible. Resulta que en el agua no conseguía disfrutarlas, de ese tiempo en la piscina me viene el primer recuerdo de dolor, así que le dije a Jana que allí no podía quedarme más y Valle me animo a salir, pero tenía miedo que no fuese por el agua si no que hubiese llegado a esa fase intensa en la que hagas lo que hagas o estes donde estes te quieres cagar en todo y crees que no puedes mas. Como se supone que dentro del agua son menos dolorosas me daba miedo salir y que fuesen peor aun, Valle me insistió en que si hace un momento las estaba llevando tan bien fuera del agua pues que saliese de nuevo que claramente estaba mejor fuera. Grité “¡tengo miedo darme las gotas!”, y me chuté un émbolo de flores de Bach que tenía preparadas desde el final del embarazo, las cuales me ayudan a reconocer y enfrentar mi propio miedo y que no me bloqueara, si no al verbalizarlo y aceptarlo. Salí del agua, Valle me abrazó, nos abrazamos, era intenso, pero claramente estaba mejor que dentro del agua, fuera del agua podía bailar, moverme con libertad, tenia mas “control” o mejor dicho mas herramientas. A partir de aquí los recuerdos se entremezclan, sé que estuve ratos sentada en el vater, momentos de blasfemar, de decir no puedo, no puedo y en la misma contracción darle la vuelta y gritar “¡sí! ¡sí! ¡sí, puedo!” momentos de mas miedo y mas flores de Bach, de decirle a Jana no te asustes mi amor esto es normal, estoy bien y tu hermana también, de notar tus movimientos dentro de mi y sonreír siendo instintivamente que estabas bien aunque en ningún momento escuchamos el latido de tu corazón, yo sabía que estabas bien, te sentía.
Naciste estando yo de pie en mitad de la casa, bajo el atrapasueños rojo que tejió mi gran amiga chamana Lulú, con una cuenta por cada nacimiento que había acompañado hasta el momento, con el nombre de cada bebé escrito en ella. En el expulsivo volví a llorar, estaba rabiosa de nuevo porque le hubieran robado algo tan hermoso a la mujer que había acompañado que conocemos como el caso Oviedo, recordé a las 9 mujeres que había acompañado durante tu embarazo, y como cada una de ellas me enseño algo valioso, Mery, Elena, Marina, Denys, Laura, Sina, Giorgia, Clém y yo. “Cagar un elefante” esa frase me la había dicho una de ellas, y así mismo lo verbalice, parir es como cagar un elefante. Sostuve con mi mano derecha tu cabeza a punto de coronar, para dar margen a que mi periné se estirase, aun recuerdo la sensación de mi ano sujetando tu cabeza, rozándome, como huesos contra huesos, tu cráneo y mi pelvis, algo muy heavy y hermoso a la vez, “parir fuera del agua es mucho mas realista” pensé y tanto realista, es una sensación como de abrirse en canal, de darse incluso la vuelta como un calcetín. Allí naciste y allí te recogí, y te puse en mi pecho, recuerdo gritar “eres tan distinta a Jana” eres otra persona, otra alma, otro ser, eres maravillosa. Katya eres una bendición para esta familia, agradezco tanto que hayas venido, te amo, eres ALEGRÍA.
Comenzaste a mamar enseguida, de hecho ni Valle ni yo hemos visto un bebé que mamase tan rápido y tan bien, según mi madre yo también era así de mamona así que saliste a mi. Llegaron papá y Jana y nos besamos, grité “tenemos un bebé. Mira lo que hemos hecho” realmente gestar y parir es algo tan maravilloso, tan increíble, que es completamente entendible que para algunas mujeres sea adictivo, a los dos días ya quería repetir, si no fuese por la crianza claro. Vino una contracción y avisé “¡que viene la placenta!”, Cris puso sus manos bajo mi vulva para recogerla pero lo que salió fue un chorro inmenso de sangre, el cual después pesaron y fue algo mas de un litro, fue el bautizo de Cris de partera literalmente la bañe en sangre, lo siento Cris, no fue mi intención. Me senté en la silla de partos para que así controlasen mejor la sangre que salía de mi y expulse al poco la placenta, me encontraba perfectamente, decidí meterme en la piscina aprovechando que estaba y así lavarme la sangre porque parecía un poco como de la matanza de Texas. Jana estaba tan contenta que ya estuvieras aquí, en este plano, fuera de mi útero, ya podía besarte, tenía tantas ganas de peinarte, de ponerte el vestido de tomates que te había elegido, de jugar contigo, gracias que fue paciente y espero. David nos miraba, yo lo miraba a él, éramos 4. Tras ese reconfortante baño en la piscina, fuimos a la cama, ¡qué placer! tumbarme en la cama. ¡Ah por cierto! naciste a las 18:35, el mejor momento para merendar un batido de placenta mientras recogían, examinaban la placenta hacían la impronta con ella y documentaban lo ocurrido. Tu hermana y yo cortamos tu cordón umbilical que nos unía. Estaba radiante, el mejor momento de mi vida.
Gracias ancestras por acompañarme, gracias mujeres de todas las generaciones, de todos los rincones, gracias. Parir es placer, es renacer, es fuerza, ser capaz de ello y encima gozarlo es el mayor regalo jamas vivido. Gracias Katya.
Raquel, Agosto 2020







