
Valle
De entre todas las opciones, escogemos este lugar y no la esterilidad de cualquier hospital del mundo, ni la impersonalidad de la mejor casa de partos, porque éste es el lugar donde nos sentimos cómodos, porque aquí cada detalle nos identifica, porque aquí tenemos el control y moldeamos el espacio a nuestro gusto, creando el nido para recibirte y criarte.
Aquí nos sentimos seguros, libres de protocolos caducos, nosotros escogemos lo que asumimos, rechazando los riesgos frecuentemente creados por intervenciones injustificadas y asumiendo los infrecuentes que no se puedan solucionar en casa, aquí nosotros creamos nuestra experiencia, sin delegar las riendas en manos ajenas. Quiero dar a luz en el calor de mi hogar, como todas las mujeres de mi familia han hecho antes que yo. Quiero cotidianeidad en este día que cambia nuestra vida.
Un día normal en pocos meses se convertirá en ese día especial en que tu y yo caminaremos de la mano el sendero de nacer y dar a luz. Y ese día lo sencillo, lo complejo y perfecto de la naturaleza nos envolverá como una manta de lana en invierno, frenando la mente. Observaremos con atención el silbido del viento, el rumor de la lluvia sobre las tejas, la luminosidad de algún rayo de sol en un día de invierno, el resplandor de la nieve impoluta sobre las montañas, los brotes a punto de florecer del Magnolio.
Hemos preparado cuidadosamente este nido para disfrutar del último viaje contigo en mi vientre, para iniciar esta familia con intimidad, gozo y plenitud, en el lugar perfecto.
Raquel, con su bebé en el vientre, nos acompañará escribiendo su versión de nuestro cuento y sonreirá sabiendo que muy pronto será su turno.
Haremos un festín, cantaremos la banda sonora de los años que hemos compartido antes de que llegaras, chapotearemos en la piscina instalada para la ocasión y te mimaremos a través de la piel. Compartiré contigo, en cada gota de sangre que nos une, el placer de cada sensación, la oxitocina y endorfinas que brotan con cada caricia, mirada y sonrisa.
Quiero sentir nuestro parto con plenitud, que con la fuerza de un río, la intensidad me enseñe a dejarme llevar por la corriente. Quiero un parto largo y sin prisas, donde el reloj se pare y la atemporalidad nos empape, donde saboreemos cada segundo sabiendo que sólo durará un instante.
Quiero recibirte con nuestras propias manos, untarnos los dedos de vermix, oler tu piel, mirar largo y tendido en la profundidad de tus ojos, compartir calor pegados a tu piel... sentir con intensidad nuestros primeros segundos, horas, días, semanas... juntos, en la intimidad de nuestro hogar.
Valle, Diciembre 2014