top of page
Dar a Luz en Casa Embarazo pleno Miriam.

Míriam

La decisión de parirte en casa Naila, ya se gestó antes de llevarte dentro de mí, después de la experiencia vivida en el parto de Héctor...

Nuestra historia comienza antes de llevarte dentro de mí, después de la experiencia vivida en el parto de Héctor, tú hermano y gran maestro para mí, seguí informándome y leyendo historias de parto. Yo también necesitaba contar mi historia, antes del parto de Héctor había leído bastante, decidí ir a un hospital IHAN y sabía lo que no quería, pero justo me tocó una episiotomía que aún dolía física y sobre todo emocionalmente. Sentí que no podía parir, que mi cuerpo no estaba preparado y por eso me tuvieron que "ayudar".

Me frustró mucho, y a medida que pasaba el tiempo esa herida en vez de curarse se hacía más grande. Por las redes leí a mujeres que habían decidido tener a sus bebés en casa, eso era algo que resonaba mucho conmigo y fantaseaba con esa idea si tenía más hijos.

Sentía que tenía que ser en casa porque necesitaba sentirme respetada de verdad, segura en mi hábitat, que no fuese una lotería de a ver quién nos toca ese día. Quería un parto en un ambiente de tranquilidad, conocido, sentirme a gusto y sobre todo un nacimiento digno para el futuro bebé.

Dentro de ese mundillo virtual me quedé con un nombre que me dio muy buen feeling sólo por cosas que había leído, ese nombre era Valle mi cerebro lo grabó como presentimiento de que me sería útil en un futuro.

El tiempo pasó y llegó el día que nos enteramos de que estábamos embarazados, yo ya lo sospechaba me notaba distinta, estaba muy cansada, revuelta y sin muchos ánimos, las primeras semanas juntas no fueron de lo mejor pero pronto paso y me propuse disfrutar de este embarazo mucho. 

En mi cabeza ya puse en marcha el plan de parto en casa aún sin decírselo a nadie. Quedaba mucho tiempo pero necesitaba ir viendo que podía ser real ese sueño. Lo primero que me acordé fue de ese nombre; Valle y la llamé. La primera llamada fue liberadora recuerdo hablar mucho y contarle todo lo que me preocupaba, mi primer parto, mis miedos, solté todo lo que llevaba dentro y luego la gran pregunta si me podría atender… A todo me respondió con calma, dándome respuestas, dedicándome tiempo y lo mejor es que sí me atendería, fue un subidón. Ahora tocaba hablarlo con la familia cosa que temía como se lo tomasen… Primero a Emilio se lo decía medio en broma para ver cómo reaccionaba y cuando ya le dije que hablaba en serio, fue mal, no quería esa opción. Me enfadé, lloré, fue un bajón grande. Se lo conté a Valle, que Emilio no estaba a favor de parir en casa, y me dijo que lo sentía pero que si no estábamos los dos decididos no me podría atender, le agradecí que fuera tan sincera y poco a poco mi sueño se fue derrumbando, ya empecé a pensar en hospitales… 

 

Por suerte seguí en contacto con Valle y le dije cómo me sentía en un e-mail largo en el que me desahogaba y sentí su gran apoyo tanto como si me decidía a que nos atendiera en casa o iba a un hospital, me ofreció visitas y llevarme el embarazo en la distancia con las dudas que tuviese, se lo agradecí mucho, ella también tenía una novedad importante y es que estaba embarazada, nos seguiría atendiendo pero debíamos estar los dos seguros.

 

Quedamos en ir a hacerle una visita para conocernos e ir a los encuentros que hacen cada mes, con parejas que ya han tenido en casa a sus bebés y parejas que buscan informarse. Emilio accedió a ir a esta primera visita a ver qué impresión le daba y así también nos decidiríamos pues estaba ya de casi 6 meses, yo lo tenía claro pero la decisión estaba en manos de él yo iba sin ninguna expectativa por si acaso…

 

Llego el día de la primera visita con Valle y sólo verla me transmitió serenidad, calma y confianza. Recuerdo que yo estaba nerviosa tenía como escalofríos y estaba temblorosa, poco a poco me fui relajando. Estaba muy a gusto, nada que ver con las visitas frías de los hospitales, conversamos lo que nos preocupaba y dejamos que Emilio hablara y contara él sus miedos, dudas, preguntas… En una visita aprendí más que en todo lo que había leído desde mi primer embarazo. Y la gran incertidumbre de qué íbamos a hacer se resolvió después de hablar con Valle, Emilio nos dijo allí mismo que sí, que estaba de acuerdo con dar a luz en casa, así de fácil fue. Yo aún no me lo podía creer, estaba en una nube asimilando que iba a poder cumplir mi sueño, esa noche apenas dormí de la emoción y a la vez ese día me volví a enamorar de Emilio. Sentirme apoyada por él me reconfortó mucho además que ya lo veía seguro y confiado con la decisión. Fue maravilloso ese fin de semana.

 

Luego llegaron unas cuantas visitas de consultas con Valle a las que me encantaba ir, aunque estábamos lejos volvería a repetirlas sin dudar, cada día aprendía más y hablábamos de todo, de los posibles problemas que pudieran surgir, de las soluciones, de nuestros miedos, expectativas, cualquier mínima duda preguntábamos con total confianza, el tiempo se paraba y disfrutábamos charlando de nuestro embarazo y parto, se establecía una relación cercana e íntima. A veces también estaba Raquel que atiende con Valle los partos y estaría en el nuestro, aunque nos vimos y hablamos menos me da absoluta confianza, es encantadora y transmite muy buena energía.

 

De las consultas me encantaba la parte final donde oíamos tú latido Naila, después Valle me tocaba la barriga, me sorprendía que con sólo sus manos iba explorando mi barriga y sabía cómo estabas colocada y nos enseñaba donde estaban tus pies, tu espalda, tu cabeza… era algo que me fascinaba y debería saber reconocer y sentir cada mujer, para mí fue mucho más bonito que verte en una ecografía. Una de las consultas que más me marcó fue cuando hicimos una visualización del parto y trabajamos el bloqueo que tenía con el expulsivo. Me quedó mucho miedo a raíz de la episiotomía y era lo que más temía, no soportaba la idea de otra episiotomía, de desgarrarme o de bloquearme y no ser capaz. La visualización y el hablarlo ayudaron mucho. También fui a una fisio especializada en suelo pélvico, que no sabía ni que existían, y sólo con dos sesiones el cambio fue espectacular. Todo iba transcurriendo bien además de las consultas físicas estábamos en contacto por teléfono o e-mail, por donde hablábamos mucho también, recuerdo un día que estaba muy agobiada porque tenía un montón de consultas en el hospital y al final decidí que sólo iría a una. Cada vez que iba al hospital me gustaba menos, me estresaba mucho, nos hacían estar esperando mucho tiempo, ni saludaban al entrar en consulta, hablaban entre ellos sin dirigirse a ti, eras como un número, nos metían miedo, no me gustaba nada ese trato encima en una etapa tan bonita como es un embarazo. No gracias, nos merecemos un trato especial, al decidirme ir sólo a las consultas que creí conveniente me quedé aliviada y el resto de controles del embarazo los hice con la matrona de la seguridad social, con la que tuve mucha suerte pues le conté mi decisión, y me apoyó y respetó en todo.

 

Con Valle y Raquel el trato fue muy distinto, son grandes profesionales que no necesitan llevar bata blanca, el trato es excepcional. Me sentía especial, cuidada, mimada, arropada, escuchada, respetada y es tal el grado en que se involucraron y la dedicación que recibí de ellas que cada día me siento más afortunada de que me pudieran atender. El tenerlas a ellas me facilitó las cosas y ayudó mucho a relajarme. Me centré en lo verdaderamente importante y en lo que quería, me liberé de muchas cargas, aquiete mi mente, simplifique lo que me rodeaba y fui preparando el nido con mucha ilusión y satisfacción. El embarazo fue como una terapia que me sentó genial.

Míriam, Diciembre 2015

bottom of page