
La vida que cambia
En esta sección hablo de como por mucho que anticipemos, tener hijxs es una experiencia única que nunca podremos previamente imaginar, llena de intensidad, llena de detalles, llena de sensaciones...
Hablo de la importancia de preparar nuestro nido, de saber que dedicarnos a ellxs al 100% no es tarea fácil y mucho menos banal, y de que no hay nada que nos pueda ayudar a saber como será, más que vivirlo.
Puedes leer más sobre la gestión del tiempo en el postparto en las secciones Los primeros 40 días, Tiempo para mi, Tiempo en pareja y Haciendo equipo.
Preparando el nido
Sin falta de racionalizarlo las mujeres sabemos, aunque no siempre intuimos en qué medida, que la vida va a ser diferente cuando el bebé nazca. Sentimos que los meses de embarazo son el tiempo que se nos regala para anidar.
Muchas mujeres sentimos la necesidad imperiosa de crear un espacio donde todo sea más fácil y accesible. Es muy común que las parejas decidan mudarse durante el embarazo ¡o empezar obra en casa! seguramente debido a esa necesidad de crear un ambiente íntimo y acogedor para recibir a su bebé.
Todo lo que pueda dejarse hecho antes del parto es una cosa menos para la que tener que sacar tiempo después. Hacer cosas embarazada suele ser mucho más fácil que hacer cosas con un bebé, y hacer cosas con unx niñx suele ser mucho más fácil que hacerlas con dos, y así sigue en aumento.
Para nuestra pareja puede ser incomprensible que queramos hacer tantas cosas cuando aún queda tanto tiempo, pero los meses vuelan y casi todos llegamos al final del embarazo cruzando los dedos para poder terminar las cosas apuntadas en la lista.
Las listas de planes nos ayudan a priorizar y a organizarnos, pero parece que nunca terminan, y tenemos que encontrar el equilibrio para ir avanzando sin ahogarnos por el camino. Es genial tenerlo todo listo unas semanas antes de que nazca el bebé, pero lo que quede "pendiente" ya se hará, tal vez pasados unos años, o aprovechando muchos pequeños ratos.
Es posible hacer bastantes cosas con un bebé en el fular o aprovechar mientras duerme, aunque después de mi experiencia, explorando de cuánto era capaz, me doy cuenta de que permitirse hacer poco y disfrutar el día a día es muy valioso. Hacer muchas cosas con un bebé cada vez más grande en el fular es cada vez más duro para nuestra espalda, y más tarde o más temprano habrá tiempo para hacerlo sin ese esfuerzo extra.
En los primeros meses es posible que pasemos más tiempo en casa del que solíamos pasar, por lo que suele ser una buena idea invertir algo de tiempo en dejarla lo más cómoda posible. La limpieza a fondo que menciono en ¿Qué preparar para un parto en casa? es más una excusa para mantener la sensación de que la casa está limpia durante una temporada que por que necesite estar limpia para el parto.
Centrándonos en ellxs o delegando
Muchos años antes de tener hijxs mi madre me dijo "Cuando tengas hijos que sea para cuidarlos tu misma, yo no voy a cuidarlos por ti. No porque no me gustaría, sino porque te estarías perdiendo algo muy importante". Es un placer tener el apoyo de familiares para cuidar un rato de tus hijxs, pero que lxs bebés y niñxs estén más con sus padres que con cualquier otra persona beneficia a todxs.
Cuando nuestro plan para esta etapa es hacer un paréntesis en todas las otras esferas de la vida y dedicarnos a ellxs, la vida cambia radicalmente. Cuando pensamos volver a trabajar pronto, dejarlos al cuidado de otrxs... la vida cambia mucho, pero no tanto.
La realidad de la maternidad/paternidad supera toda ficción. La felicidad intensa y el agotamiento se suceden y se entrelazan las 24 horas del día. Cuanto más presentes estamos en la vida de nuestrxs hijxs más sentimos las subidas y bajadas de la montaña rusa. Cuando delegamos en otrxs, ese tiempo lejos de ellxs nos ayuda a desconectar a ratos de la crianza, pero también nos hace perdernos momentos maravillosos.
Ingenuidad e inexperiencia
Antes de ser madre creía que haciendo las cosas "bien", colechando, con lactancia a demanda, porteando a todas horas... cuidar de mi bebé sería coser y cantar. Siempre encontraba una explicación para justificar el que las cosas no le estuvieran resultando fáciles a los demás, como la estudiante de matrona que cree que las complicaciones se deben siempre a las intervenciones innecesarias.
No hay mayor prueba de humildad que vivirlo en carne propia y no tardé en darme cuenta de que aunque tanto mi pareja como yo hiciéramos las cosas "por el libro" la realidad era mucho más real, completa, compleja, única.
Me di cuenta de mi soberbia disfrazada de empatía, me di cuenta de que por mucho que me esforzaba, antes de vivirlo, no podía ni sabía, empatizar con lo que vive una pareja en su largo postparto. Y esa lección caló en todas las esferas de mi vida. Me di cuenta de cuantas veces pensé que sabía lo que sentía otra persona, de cuantas veces pensé lo que yo haría en su lugar, de cuantas veces critiqué en voz baja o a boca abierta las elecciones de otrxs. Y de repente sentí vergüenza; pena por no haber realmente entendido, compasión por todas las decisiones humanas.
Te puedo decir lo que yo sentí, te puedo contar como la vida cambia, pero hasta que no lo vivas, hasta que no estés caladx hasta los huesos de tu propia historia... no te podrás imaginar cómo será para ti esta fase.
Imaginándonos madres y padres
Por eso es muy difícil hacerse a la idea de cómo va a ser la vida cuando tengamos a nuestrxs hijxs. Nos han contado cientos de historias: mencionaron el agotamiento, los llantos, la preocupación, las rabietas... Nos hablaron de la felicidad que se siente cuando se duerme en nuestros brazos, el dulce olor de su nuca, la ternura de una sonrisa mirándote a los ojos, su mano agarrando tu mano... el amor sin condiciones.
Nuestra idea de cómo será es un collage de mil imágenes, de fotografías congeladas que representan un instante de lo que en la vida serán minutos, horas, días o meses.
Cierro esta sección con un texto intenso y conmovedor, Los hijos olvidarán... de Silvana Santo, traducido por Laura Caldarola.
"El tiempo, poco a poco, me liberará de la extenuante fatiga de tener hijos pequeños. De las noches sin dormir y de los días sin reposo. De las manos gorditas que sin parar me agarran, me escalan por mi espalda, me cogen, me rebuscan sin restricciones ni vacilaciones. Del peso que llena mis brazos y dobla mi espalda. De las voces que me llaman y no permiten retrasos, esperas, ni vacilaciones. El tiempo me devolverá el ocio vacío de los domingos y las llamadas sin interrupciones, el privilegio y el miedo a la soledad. Aligerará, tal vez, el peso de la responsabilidad que a veces me oprime el diafragma. El tiempo, sin embargo, inexorablemente enfriará otra vez mi cama, que ahora está cálida de cuerpos pequeños y respiraciones rápidas. Vaciará los ojos de mis hijos, que ahora desbordan de un amor poderoso e incontenible. Quitará desde sus labios mi nombre gritado y cantado, llorado y pronunciado cien, mil veces al día.
Cancelará, poco a poco o de repente, la familiaridad de su piel con la mía, la confianza absoluta que nos hace un cuerpo único. Con el mismo olor, acostumbrados a mezclar nuestros estados de ánimo, el espacio, el aire que respiramos. Llegarán a separarnos para siempre el pudor, la vergüenza y el prejuicio. La conciencia adulta de nuestras diferencias. Como un río que excava su cauce, el tiempo peligrará la confianza que sus ojos tienen ante mi, como ser omnipotente. Capaz de parar el viento y calmar el mar. Arreglar lo inarreglable y sanar lo insanable. Dejarán de pedirme ayuda, porque ya no creerán que yo pueda en ningún caso salvarlos. Pararán de imitarme, porque no querrán parecerse demasiado a mi. Dejarán de preferir mi compañía respecto a la de los demás (y ojo, ¡esto tiene que suceder!) Se difuminarán las pasiones, las rabietas y los celos, el amor y el miedo.
Se apagarán los ecos de las risas y de las canciones, las nanas y los Había una vez… acabarán de resonar en la oscuridad. Con el pasar del tiempo, mis hijos descubrirán que tengo muchos defectos y, si tendré suerte, me perdonarán alguno. Sabio y cínico, el tiempo traerá consigo el olvido. Olvidarán, aún si yo no olvidaré. Las cosquillas y los “corre corre”, los besos en los párpados y los llantos que de repente paran con un abrazo. Los viajes y los juegos, las caminatas y la fiebre alta. Los bailes, las tartas, las caricias mientras nos dormimos despacio. Mis hijos olvidarán que les he amamantado, mecidos durante horas, llevado en brazos y de la mano. Que les he dado de comer y consolado, levantado después de cien caídas. Olvidarán que han dormido sobre mi pecho de día y de noche, que hubo un tiempo en el que me han necesitado tanto, como el aire que respiran. Olvidarán, porque esto es lo que hacen los hijos, porque esto es lo que el tiempo elige. Y yo, yo tendré que aprender a recordarlo todo también para ellos, con ternura y sin arrepentimiento, ¡gratuitamente! y que el tiempo, astuto e indiferente, sea amable con esta madre que no quiere olvidar."
Sueña con cómo te gustaría que fuera tu experiencia, prepara tu nido con mimo y antelación, disfruta de cada fase recordando que este instante no se repite... Y luego deja que la vida te zarandee los cimientos para crear una nueva realidad.
Valle, Noviembre 2017, texto ampliado de la sección Gestionando nuestro tiempo de Mayo 2016
