
El parto autogestionado
El parto autogestionado, libre, freebirth o sin asistencia es aquel que se planea sin la presencia de une* profesional sanitarie reconocido por el estado como persona legalmente titulada para acompañar el parto. Es importante diferenciar entre cuando el parto se planea así y cuando ocurre porque le matrone que iba a acompañar en casa no llega a tiempo, o porque no se llega a tiempo al hospital cuando éste era el plan, todos éstos en Inglaterra se llaman BBA (born before arrival, nacidos antes de llegar).
Esta sección tiene como objetivo por un lado, visibilizar el creciente número de partos que ocurren sin une profesional de la salud (habitualmente más versades en la enfermedad) presente, y por otro, desmantelar parte de ese miedo al parto que, como brújula mal orientada, guía nuestras decisiones desde la paranoia en vez de la confianza o las certezas propias.
El parto autogestionado es una realidad creciente e incómoda para muches profesionales de la salud, porque es a nosotres que más se nos ha educado en la cultura del miedo al parto, y por otro porque que estos partos existan es la prueba de que hay algo que no estamos haciendo bien.
Esta sección está estrechamente relacionada con otras tres que publicaremos próximamente: ¿Qué preparar para el parto autogestionado?, Toma de decisiones durante el parto y Actuando ante emergencias. Si este tema te resulta interesante te animamos a ver el vídeo de Julia sobre porqué decidió parir así y leer su relato de parto. Por el momento hay poca información sobre este tema en español y aunque este tipo de partos siempre han existido a día de hoy es tan poco políticamente correcto tomar esta decisión que la mayoría se invisibilizan, especialmente antes del parto, para evitar la presión que nombrarlo supone. Si te manejas bien en inglés o con el traductor te animamos a buscar más información en las fantásticas páginas webs de Indie Birth, Free Birth Society y Unassisted childbirth.
Miedo
Nunca en la historia de la humanidad el parto hay sido tan seguro, cada vez hay más herramientas para controlar situaciones graves, y sin embargo, el miedo al parto sigue creciendo en vez de disminuir. La muerte es cada vez menos aceptada, aunque su aparición sea mucho menos frecuente.
El miedo es cultural, como al lobo o a los fantasmas, es algo irracional que nos habla de dónde ha hecho énfasis nuestra cultura, pero que no significa que eso sea la situación más temible, ni siquiera la más probable, sino una de las más habladas y para la que hemos sido más fuertemente condicionades.
El miedo es también una forma de control, una herramienta para guiar a todes por el mismo sendero. A través del miedo y de dificultar el acceso a la información, a muchas personas les resulta imposible creer que es algo que serán capaz de hacer soles. Le profesional gana poder, y garantiza su empleo, haciendo de guía en un mar de patología, ciencia y pseudocienticismo intraducible, con énfasis en todo lo que puede ir mal.
Es humano tener miedo, es humano y hermoso buscar apoyo en otres que puedan tener más experiencia. Pero es macabro usar el miedo para hacernos dependientes de un sistema que no quiere explorar qué pasa cuando realmente dejamos al parto fluir sin interrupciones.
Usurpando “protagonismo” y poder en la toma de decisiones
Cuando una mujer pare sin ningún representante de la institución médica, no hacen falta palabras para describir dónde reside el poder, la responsabilidad, la toma de decisiones...
Cada vez más profesionales de la “salud” nos damos cuenta de nuestro papel real como acompañantes en el proceso. Nos damos cuenta de que nadie mejor que la pareja sabe lo que es mejor para elles, nos bajamos del paternalismo y del guiar sus decisiones, para darles espacio a su propia forma de vivir el proceso, dejando por fin de usurpar el trono que les pertenece. Pero como en cualquier transición, en cualquier cambio de paradigma, a muchas parejas les resulta difícil asumir la responsabilidad, y a muches profesionales soltarla.
Vamos allanando el camino, para que el poder encuentre su lugar en el seno de la familia que gesta, pare y cría... como iniciación a la avalancha de decisiones que tendrán que tomar en años venideros, con la mejor información que tengan al alcance de la mano, con la mejor voluntad, y desde su propia creatividad, para obtener el mejor resultado para este instante y la vida entera.
Intervencionismo innecesario
El uso y abuso de intervenciones ha sido la gota que colma el vaso. Les gestantes que confiaron en quienes abanderaban el parto hospitalario y las múltiples intervenciones como los grandes avances de la ciencia, salieron de sus manos rajades, infantilizades y maltratades... y tras verle las orejas al lobo y experimentar en sus propias carnes la poderosísima transmutación que genera en nosotres la ma-paternidad, ya no les venden gato por liebre.
A los hospitales siguen acudiendo mujeres porque antes de haberlo vivido unx no se imagina que se puedan vulnerar de una manera tan sistemática los derechos fundamentales de una persona. Puede haber buenas experiencias en el ámbito alienado del hospital, pero es una ruleta rusa. Sólo dentro de esta sociedad patriarcal hay cabida para semejante maltrato en el momento sagrado del nacimiento.
Es genial tener recursos, pero no podemos olvidar que sólo cuando su uso es pertinente, hace la intervención más bien que mal. Nuestra presencia sólo tiene sentido si ayudamos más de lo que interferimos. A todes les profesionales que han levantado bisturí, tijera, cánula y gotero... debemos la explosión de esta revolución, que empieza diciendo alto y claro —Ya basta, en mi cuerpo no—.
Mucha ciencia y poco tacto
Hoy en día se nos llena la boca hablando de lo que dice la ciencia, y aunque los estudios “bien hechos” existen, son una minoría, ya que demasiado a menudo se ven limitados por el número de personas incluidas en el estudio, factores condicionantes que no se han tenido en cuenta o que no son encasillables dentro de dos o varias categorías, por ejemplo, la alimentación. Podemos llegar a algunas certezas en temas ampliamente estudiados, pero quedan abiertas numerosas incógnitas y son demasiadas las cosas que no interesa estudiar.
Es humilde y sincero reconocer lo que une sabe y lo que no, es prepotente hablar desde el nosotros (nota el masculino) como “comunidad científica” y máxima autoridad del saber sin recalcar las limitaciones de lo estudiado.
La profesionalidad engloba tanto el conocimiento teórico y práctico como la capacidad de empatizar con le otre, de tratarle con respeto, de ser consciente de que esas personas están en un momento muy importante de su vida y las palabras y la actitud con la que nos dirigimos a elles, importa. Lo académico no es más importante que lo humano, lo uno no es completo sin lo otro.
Falta de apoyo
El énfasis en el parto en casa sólo para gestantes de bajo riesgo o a una distancia “x” del hospital a veces genera que personas con algún factor de riesgo sean rechazadas por les matrones que acompañan partos en casa sin dar cabida a la persona a valorar por si mismes el riesgo y decidir cuál es para elles la mejor opción. El riesgo cero no existe, sólo podemos escoger qué riesgos preferimos asumir.
Es correcto que les matrones rechacemos acompañar partos con los que no nos sentimos segures, pero nuestros horizontes deberían ir ampliándose como parte de nuestro crecimiento profesional, en vez de adherirse cada vez con más rigidez a guías clínicas que nunca pueden sustituir a la valoración individual.
Riesgo es sólo riesgo, posibilidades, estadística... números que nos hablan de la incidencia de algo que ocurrió en otro lugar, tiempo, protocolos, circunstancias... y que puede repetirse, multiplicarse o no existir en el aquí y ahora.
¿Hacemos falta les profesionales?
Mucha de la información que aportamos está cada vez más accesible en la web, algo que desde mi punto de vista nos beneficia a todes, y ésta nos permite la autogestión en muchos ámbitos, incluida la salud.
Cuando no interrumpimos el curso natural, nuestro cuerpo coge las riendas y guía la vida de la forma más segura posible. Estamos heches para esto, forma parte de nuestra naturaleza instintiva del mismo modo que estornudar, hacer pis, llegar al orgasmo... no hay nada que tengamos que saber, nada que tengamos que hacer más que dejarnos llevar por esa guía que ya llevamos dentro y a la que hemos perdido el hábito de escuchar. El parto es un acto de rendición. Nos abrimos para que la vida nos atraviese, es una iniciación a la ma-paternidad, un renacimiento, de nosotres mismes.
¿A quién necesitamos a nuestro lado? A alguien que crea fielmente en nuestra capacidad de parir, alguien que nos abrace en el momento indicado, que nos susurre palabras de apoyo incondicional, que sepa dejar al río llegar al mar.
Todo lo que sabemos les matrones para gestionar las emergencias puede ser enseñado a las parejas para que tengan recursos extra, no hace falta tener un título, sino el conocimiento, o saber a quién llamar cuando sentimos que algo no fluye.
Cuanto más se parezca nuestro trabajo al de una máquina, más fácilmente seremos suplantades por una. Nuestro verdadero trabajo es dar apoyo a las familias independientemente de la opción que escojan para el nacimiento de sus hijes.
Estudio sobre el parto autogestionado
El estudio Fuera del sistema: motivaciones y resultados del parto sin asistencia (al final del texto está una imagen resumen de sus resultados) supuso para mí un antes y un después en mi entendimiento del parto como algo peligroso, y me hizo darme cuenta de que mi mera presencia, por muy respetuosa que yo pretenda que sea, influye en la dinámica del parto que pudiera ser incluso más sencillo, más hermoso, más seguro... si yo no estuviera.
Otra forma de vivir el parto
Para mi parir sin une matrone titulada significaba dejar fuera de mi casa todo el miedo obstétrico que no estaba dentro de mí, todas las frases hechas que dichas con la mejor intención repetían paternalismo y poca conciencia de lo maravilloso y empoderante que era para mi vivir esta experiencia. Fuera lo intenso que fuera, era algo que quería vivir plenamente. Para mi significaba dejar fuera a la persona que llevaba el reloj, y que allí donde el tiempo no existía dejaran de existir las normas.
Un parto es el resultado de todas las emociones, miedos, intuiciones, tranquilidad, confianza... de todes les presentes. Escoge a tu lado a quienes sabes que van a saber estar sin robar tu espacio, sin pretender controlar algo que fluye mejor cuando se sueltan las riendas. Escoge a quien sabe escoger las palabras adecuadas en los momentos intensos, a quien sabe como te gusta ser acariciada, besada, acompañada... alguien con quien sientes que hagas lo que hagas, está bien, con quien no te avergüences en absoluto de descubrir un aspecto nuevo de ti misme, sexual, intuitivo, fuerte, salvaje. Cuando ponemos toda la atención hacia afuera, en que nos digan cómo está nuestre bebé y nosotres mismes, en que nos confirmen que el parto avanza, nos guíen o nos animen a confiar y a aceptar lo que está ocurriendo... nos perdemos la posibilidad de poner esa atención hacia adentro.
Cuando la figura de referencia somos nosotres mismes la mirada cambia de ángulo, la intuición y la confianza en la vida se vuelven nuestras herramientas clave. Buscamos seguridad dentro, observando los movimientos de nuestre bebé que nos recuerda que este viaje lo estamos haciendo juntes. Nos recordamos a nosotres mismes que podemos parir, que todas las mujeres con útero de la humanidad están acompañándonos en este viaje, pariendo juntes a través de nuestro cuerpo.
Luchamos y nos rendimos sin víctimas ni salvadores, encontrando palabras de aliento dentro de nosotres que nos recordarán por siempre nuestra fuerza y nuestra valentía, que nos recordarán que cuando la vida nos arrastra es mejor dejar de luchar, rendirse, dejarse atravesar, abrirse, partirse... para que el fruto de nuestras entrañas salga a la luz, y empiece una nueva vida.
Valle, Mayo 2018
Charla para Panzas y crianzas 2018
y V Foro de maternidad Vía láctea 2018
